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Web3 y metaverso: retos y puntos en común
Tras la popularización de las criptomonedas en 2020, el concepto de la Web3 ha cobrado mayor relevancia. Aunque ya existía con anterioridad, ahora es bastante conocido por sus implicaciones en el mercado digital y en el futuro rol de los usuarios en Internet. Lo mismo está ocurriendo con el metaverso, pues ambos suponen un cambio sustancial en nuestra relación con Internet.
Pero vayamos por partes. ¿Qué es la Web3? Se trata de la evolución de la Web 2.0, que permitió escribir contenido a los usuarios y participar entre ellos a través de las redes sociales. De esta forma, se define la Web3 como un nuevo servicio de Internet más accesible, privado y seguro que apuesta por la descentralización, como ya ocurría con la Web 1.0. Al estar diseñada a base de cadenas de bloques (o blockchain), los usuarios adquieren más poder de control, al mismo tiempo que aparecen las criptomonedas y los tokens. Pero, antes de seguir navegando por la Web3, veamos qué significan todos estos conceptos:
- Blockchain. Las cadenas de bloques descentralizadas permiten crear redes sin la existencia de un servidor central que conecte a los dispositivos entre sí. Por tanto, la tecnología blockchain permite que cada nodo almacene y publique contenido. Esto evitaría la censura y la vulnerabilidad de la red centralizada (representada en las recurrentes caídas de Facebook, Instagram o WhatsApp). Además, restaría poder a las grandes empresas para favorecer la administración en comunidad.
- Criptomonedas. Son un medio de intercambio que funcionan como monedas, a pesar de ser digitales. No están controladas por un servicio o una empresa en particular, lo que las convierte en un modelo descentralizado. Del mismo modo, el valor de las criptomonedas no es fijo, lo que ha generado bastante especulación.
- Tokens o NFT. Son las unidades de valor de las criptomonedas. Es un bien no fungible, es decir, que no es sustituible. Su precio depende del valor que se le quiera dar. Para simplificar su significado, se suele comparar un token con una obra de arte, pues ambos son activos únicos.
Por tanto, la Web3 propone que cada producto sea una oportunidad de inversión. Además, al depender en menor medida de la de publicidad, se fortalecería la privacidad de los usuarios y la seguridad de sus datos (algo que debemos tener en cuenta desde el sector del marketing). Y, aunque de momento la Web3 es un concepto más teórico que práctico, hay varios ejemplos reales que utilizan este modelo de red en la actualidad. Veamos dos de ellos:
- Axie Infinity. Es un videojuego basado en criptomonedas que recompensa los éxitos de los jugadores a través de dinero real.
- Helium. Es una red inalámbrica que apuesta por la colaboración. Las personas comparten el ancho de banda de su red Wi-Fi a cambio de tokens. Cuantos más puntos de acceso y más usos, más tokens recibirán.
¿Qué problemas plantea la Web3?
Aunque la Web3 propone muchas ventajas para el usuario, no son pocas las voces críticas que determinan sus puntos débiles:
- El mercado de las criptomonedas es volátil, y la Web3 depende de él.
- La “identidad descentralizada” es un riesgo. Esto se refiere a un registro permanente de lo publicado en la red por un usuario. El problema está en que cualquier persona podría consultarlo, mientras la capacidad de borrar contenido en Internet es una herramienta deseable.
- Puede suponer “la hiperfinanciación de toda la existencia humana”, según el programador Stephen Diehl.
- Es técnicamente inviable. Otro argumento empleado en contra de la Web3 es que las cadenas de bloques son más lentas y menos capaces en comparación con las bases de datos estándar. Los críticos sugieren que sería necesario construir servicios centralizados sobre la Web3 para satisfacer las necesidades de los usuarios, lo que arruinaría su principal propósito: convertir Internet en una red descentralizada.
¿Y qué tienen en común la Web3 y el metaverso?
El metaverso, que plantea realidades alternativas e inmersivas a las que podamos acceder desde nuestras casas con un ordenador, está muy relacionado con la Web3. Aun así, es importante no confundirlos. Mientras el metaverso se dirige a crear universos virtuales en 3D, la Web3 tiene un objetivo más ambicioso: modificar el funcionamiento de Internet para que sea más democrático. Son dos proyectos perfectamente compatibles, pero diferentes. Eso no excluye que tengan varios aspectos en común:
- Ambos conceptos apuestan por la reinvención de nuestra experiencia con Internet, aunque aún están en la fase de desarrollo.
- En este sentido, también les une la confianza en el protocolo HTTP/2, el cual pretende actualizar el HTTP/1.1 manteniendo su compatibilidad.
- Además, tanto la Web3 como el metaverso prometen más seguridad a los datos de los usuarios.
Pero el rasgo más importante que une ambos proyectos es la tecnología blockchain y, por tanto, la descentralización de Internet. Cabe destacar que el metaverso necesita un modelo descentralizado para ser tan revolucionario como promete y erradicar las limitaciones físicas del espacio virtual. En este sentido, los defensores de las criptomonedas consideran la Web3 una parte imprescindible de los metaversos para que estos mundos alternativos no estén controlados por una única empresa.
Este punto de unión les retroalimenta, pues la gran mayoría de los metaversos que existen hoy en día utilizan criptomonedas y tokens como medio de financiación. Así, resultan más atractivos para los usuarios y los inversores al plantear un modelo de negocio en auge que sirve para monetizar el espacio virtual. Por ejemplo, los avatares de un metaverso podrían ser NFT.
Aun así, también encontramos diferencias en el modo de emplear el blockchain entre ambos proyectos. Es decir, la Web3 se basa en esta tecnología al cien por cien, pero no ocurre lo mismo con el metaverso. Es cierto que utiliza el blockchain para identificar al usuario y permitir a los avatares realizar compras o adquirir tokens, pero va más allá. También necesita otras tecnologías para desarrollar su universo, tales como la realidad virtual y muchas otras recurrentes de la Web 2.0.