A diferencia de los activos físicos, los activos digitales son todos aquellos recursos intangibles de los que dispone una empresa: imágenes, documentos, vídeos, páginas web, perfiles de redes sociales, etc.
Al tratarse de un tipo de material que no ocupa un lugar físico, muchas compañías cometen el error de no dar a sus activos digitales la importancia que merecen. Pero precisamente porque están almacenados en forma de datos, estos recursos son los que exigen una gestión más exhaustiva para que no se acaben perdiendo.
¿Cuáles son las características de los activos digitales?
- No tienen forma física.
- No se pueden percibir por los cinco sentidos a la vez. Únicamente pueden participar en su percepción dos sentidos de forma directa: vista y oído.
- Debe tratarse de un producto con el que se pueda llegar a conseguir un beneficio.
- Está compuesto por datos y, por tanto, es de carácter digital.
¿Por qué los activos digitales son tan importantes para una empresa?
Los activos digitales son indispensables para desarrollar las tareas relacionadas con la comunicación y el marketing de nuestra compañía, ya que cualquier estrategia visual o de contenido necesita de una serie de activos digitales para llevarse a cabo.
Por eso, no importa si una empresa es un e-commerce o un negocio físico, sin una buena gestión de los activos digitales el desarrollo de contenidos está condenado a sufrir errores y retrasos. Además, más tarde o más temprano, esto acabará afectando a su reputación online y perjudicando al correcto rendimiento del negocio.
¿Cómo se clasifican los activos digitales?
Existen muchas formas de clasificar los activos digitales, la mayoría desde un punto de vista técnico. Sin embargo, si queremos abordar el tema con una perspectiva más relacionada con estrategias digitales, es posible clasificarlos en tres grandes grupos. Esos son:
- Activos propios. Son todos aquellos activos digitales que son creados por la propia marca y sobre los cuales tiene el control. Por lo general, son los que permiten la interacción o comunicación directa con todos los clientes o con los prospectos. Estos activos pueden ser la página web o aplicación móvil de tu empresa, así como el contenido de valor producido para sus perfiles en redes sociales y otros canales de relevancia. Ese contenido engloba artículos, diseños y material audiovisual.
- Activos de terceros. Estos son los activos que, si bien no son propiedad de la marca, son de uso frecuente para la ejecución de su estrategia digital o necesarios para su actividad comercial. Los activos que podemos encontrar en este grupo son las plataformas que permiten la construcción y publicación de anuncios publicitarios online como Facebook Ads o Google Ads. Igualmente, las redes sociales que la marca usa para difundir sus contenidos, como Facebook, Twitter, Instagram o LinkedIn también figuran en esta lista.
- Activos creados por los usuarios. También son activos digitales creados por terceros, pero en este caso por la comunidad de cibernautas y el control que se tiene sobre ellos es muy poco o ninguno. Agrupa todos los contenidos creados por usuarios que impactan a la reputación online de la marca. Pueden ser menciones voluntarias, entrevistas, reseñas o enlaces desde otra página web con mayor reputación online. Hay que destacar que estos activos no siempre se producen con propósito comercial, aunque las marcas pueden aprovecharlos para su beneficio.
Otra clasificación es según la utilidad y la forma de conseguir un rendimiento sobre el activo digital en cuestión:
- Activos con un precio de mercado fijado: Se trata de activos que al comercializarse poseen un valor establecido hacia el público general.
- Activos sin un precio de mercado fijado: Por otro lado, en este caso, nos encontramos con activos que no tienen un valor asignado y que pueden o no comercializarse de forma puntual.
- Activos con desfase tecnológico: Este tipo de activos deben actualizarse continuamente para no quedar obsoletos y poder seguir siendo útiles en el futuro.
- Activos sin desfase tecnológico: Se trata de aquellos activos que no necesitan de ninguna actualización porque son considerados como piezas únicas que, o no pueden ser actualizadas ni modificadas, o, si lo pueden ser, de una forma ínfima.
Ejemplos de activos digitales
- Criptomonedas: Es aquel grupo de divisas que existen de forma digital. Suelen tener un rango de precio establecido y no tienen una necesidad de actualización constante, salvo excepciones. Por ende, no les afecta el desfase tecnológico a corto y medio plazo.
- Videojuegos: Se trata de un activo digital con un precio de mercado fijado y con un desfase tecnológico limitado, ya que un videojuego no se actualiza eternamente, sino que se acaba creando uno nuevo.
- Álbum de un grupo de rock: La música se puede conseguir o adquirir de forma física o digital. De ambas formas se acaba escuchando prácticamente el mismo resultado, solo cambia la forma de almacenaje y reproducción (igual pasa en las películas y series). Pueden ser, por tanto, un activo digital con un precio fijado sin apenas desfase tecnológico, más allá de los formatos soportados.
- Software de gestión económica: Un programa informático de este tipo suele tener un precio fijado y tiene el riesgo de un desfase tecnológico constante, ya que debe atender a las continuas demandas de los usuarios.
- Pieza artística de carácter digital: En este caso, nos referimos a un activo digital que, al ser una pieza única e irrepetible, posee un valor aún no fijado y que puede oscilar con cierta facilidad. Además, no posee el problema del desfase tecnológico ya que, al ser un activo único y de carácter artístico, no posee esta necesidad.
Con estos ejemplos se puede abarcar prácticamente todo el espectro de activos digitales que nos podemos encontrar, aunque, como en todos los campos, este irá creciendo conforme vayan surgiendo nuevas tecnologías.